En caso de pretender
formalizar una hipótesis en término de probabilidades sobre la existencia de
los camellos venezolanos, podemos decir que:
·
la población estudiada es la fauna venezolana
salvaje;
·
la hipótesis para probar es que el número de camellos
en esta fauna es nulo;
·
la muestra se constituye del conjunto de
animales observados hasta el momento del test;
·
la estadística usada es el número de camellos observados.
De manera concreta, en el caso de los camellos, es imposible construir un
enunciado del tipo “Ubiqué X camellos hasta el momento. Supongo que el camello
no es parte de la fauna salvaje venezolana (o sea que supongo que los que vi
eran animales escapados de un zoológico o de un circo). Si mi suposición es
cierta, la probabilidad de observar X camellos escapados son de Y en un millón”...
En un test de hipótesis, es necesario poder cuantificar este Y.
Para tener una distribución de probabilidad (su
distribución de muestreo), es necesario que la variable-test sea un variable
aleatoria. En cambio, acabado el sorteo de la muestra, los valores observados
ya no son aleatorios sino, más bien, fijos (así́ como el número de camellos
detectados, una vez que hayan sido contados). La contradicción existe solamente
en las apariencias en cuanto recordemos la distinción entre una variable
aleatoria y los valores que puede tomar. En efecto, la muestra sorteada es sólo
una de las muestras posibles. A cada una de ellas corresponde un valor de la
variable-test (es poco probable que otros viajeros o el mismo viajero en otro
momento hubieran visto el mismo número de camellos). Antes de sortear la
muestra, existía por lo tanto una multitud (y en algunos casos, una infinidad)
de valores posibles de la variable-test. En otras palabras, imaginando que nos
encontramos justo antes del sorteo, entonces la variable-test es, por lo tanto,
claramente una variable aleatoria a la cual se asocia una distribución de probabilidad (la distribución de muestreo).
En otro ejemplo, observemos estos dos títulos de periódico:
HOMBRE MORDIDO POR UN
PERRO
Y
PERRO MORDIDO POR UN
HOMBRE
En los dos casos se emplean las mismas palabras; sólo se modificó un tanto
su orden. Entonces, ¿por qué el segundo título es digno de la portada de la sección
de sucesos de un periódico y no el primero? Claro está que el segundo relata
un evento sorprendente, sorprendente porque su probabilidad era muy pequeña.
De la misma manera, consideramos a una persona que acaba de ganar la lotería
como una persona con mucha suerte sólo porque la probabilidad de que fuera ella
era muy pequeña.
Resumiendo, la distinción entre el valor observado y su distribución es análoga
a la distinción entre lo que efectivamente aconteció́ y lo que esperábamos.
Siendo poetas, podríamos decir que el evento que se realiza no borra el
recuerdo de lo que se esperaba de él sino todo lo contrario, la sorpresa nace
del choque entre los dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario