Cinco casos de argumentación en el ambiente familiar y cinco casos de argumentación en el ambiente laboral
En el ambiente familiar:
- Como fanático del cine, hace poco, fui a ver con unos amigos, la película “300: El origen de un imperio”, en la versión subtitulada. Cuando aparecieron en la pantalla las primeras palabras: “Comenzó como un suspiro, una promesa, una brisa delicada que recorre los cuerpos muertos de 300 hombres…”, una persona que estaba detrás de nosotros hizo callar a dos de mis amigos, que seguían conversando, diciéndoles: “Silencio, no me dejan leer”.
- Tengo una tía que es sorda y hace poco tuvo que viajar sola a Isla de Margarita. Aunque es adulta, nunca había viajado sin la compañía de alguien. Yo estaba preocupado porque tenía que hacer un trasbordo en Maiquetía; sin embargo los empleados de la compañía aérea me aseguraron que estaban acostumbrados a esas situaciones y que habría quien condujera a mi tía hasta el otro avión. Eso me tranquilizó. Mientras esperábamos la hora de salida, mi tía y yo fuimos a tomarnos una taza de café. Me sentía mucho menos preocupado por el viaje de mi tía, hasta que oí por el altavoz: “Rosa Vivas, favor presentarse en la puerta número dos para subir al avión”.
- Un sábado por la noche, una amiga y su familia vinieron a mi casa a cenar. Al final de la reunión, cuando ya se habían marchado, me di cuenta de que ella había dejado su bolso en un rincón del comedor. Estaba a punto de llamar a su casa con la intención de dejarle un mensaje en la contestadora, cuando mi sobrino me recordó que tenían un teléfono celular. Marcando el número pensé maravillado en la tecnología que les permitiría enterarse de su olvido antes de que hubiesen recorrido todo el camino hasta su casa. Unos instantes después, el bolso empezó a sonar.
- Al llegar a casa, después de un corto paseo en el carro con mi hijo Jesús Daniel, que en ese entonces tenía cuatro años, me golpeé la cabeza en el momento en que bajaba del carro. Con la intención de sacar de este hecho una enseñanza para él, le dije: “¿Ves, hijo? Papá no llora cuando se da un golpe en la cabeza al bajar del carro”. “Ya veo”, respondió el, “pero nunca me pego en la cabeza cuando me bajo del carro”.
- Mi hermano, que es abogado, ha recibido muchas solicitudes insólitas de sus clientes a lo largo de su vida profesional. Cierto día, un hombre que acababa de heredar una fortuna acudió a su oficina a pedirle que constituyera una empresa. Mi hermano le pregunta: “¿Qué clase de empresa quiere fundar?”. Y él le responde: “Eso es lo de menos, Henry, siempre he ambicionado ser presidente de algo”.
En el ambiente laboral:
- Cuando solicité mi primer empleo, en el Banco de Venezuela, tuve que ser creativo al enumerar mis escasos méritos. Me preguntaron qué cursos había tomado, y contesté, sin mentir, que había asistido durante tres años a uno de computación. Me dieron el empleo. Lo que no dije fue que tomé tres veces el mismo curso de un año, hasta que lo pasé.
- Me pides que falsifique un documento y yo no lo quiero hacer. La ley marca el comportamiento socialmente aceptado y además marca el castigo que se aplica por las conductas desviadas que marca como delitos. Lo que tú me pides la ley lo define como delito, por lo tanto es un acto ilícito. Como es un delito y un acto ilícito, mi negativa es justificada, por lo tanto no lo haré.
- Cuando me nombraron Jefe del Departamento de Planificación y Presupuesto de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, donde había problemas de indisciplina, un empleado infringió una de las principales normas de la Facultad y decidí actuar con mano dura para sentar precedentes. Llamé al empleado a mi despacho y le informé que quedaba suspendido tres días, sin goce de cesta-tickets. “¿No podrían ser cinco días?”, me preguntó, “necesito descansar una semana”.
- Hace algunos días saliendo del estacionamiento rayé el parachoques de mi vehículo. Consulte a varios latoneros para su reparación, pues no quería hacer uso del seguro. El primer latonero al que consulté hizo un presupuesto de la reparación de mi carro. “Me parece bien”, le dije, “pero antes quiero ver cuánto me cobra el latonero de la otra calle”. “Adelante”, dijo el técnico, “”yo no tengo nada que decir en contra de él. Es mi mejor amigo”. Sorprendido por la amistosa competencia, fui al otro taller. Después regresé al primero, y el mecánico me recibió con una sonrisa. “Le pidió el doble por la mano de obra, ¿verdad?. Le dije que era mi mejor amigo”.
- Admiro mucho a mi jefe, pues es una persona sencilla y servicial, y ha pasado en la Universidad por todos los tipos de cargo: obrero, administrativo, docente y directivo. Comenzó limpiando pisos, como Aseador, ya hace más de quince años; luego estudió Estudios Políticos, obteniendo mención al egresar, lo que permitió hacer un Postgrado y ser docente. Estuvo un tiempo fuera de la Institución, para volver como personal Administrativo y ahora es mi Jefe como Director de Coordinación Administrativa. Nadie puede objetar que su labor no puede hacerse con eficiencia, pues ha tenido toda la experiencia en cada área.
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